Los bebés son emocionantes. Siempre he visto en muchas madres, padres o en muchos cuidadores la mirada de responsabilidad, conmovedora; El de la felicidad, evidente; La de saturación y agotamiento, oculta; Y un amor incondicional de todos los tamaños y diseños imaginables. Creo que nadie es la misma persona que antes cuando la vida de otro ser humano está en sus manos.
Y un amor incondicional de todos los tamaños y diseños imaginables.
Empecé a querer ser madre al mismo tiempo que comencé a convertir el yoga en la base de mi estabilidad emocional y en todos estos años he ido llevando a la maternidad los beneficios del yoga y todo lo que lo rodea para que los bebés se puedan enriquecer. Participar en sesiones de yoga y establecer vínculos sanos y fuertes con los adultos que los acompañan. Son sesiones en las que hacemos yoga, cantamos unas vinyasas, respiramos -y nos damos un respiro-, nos relajamos, tarareamos mantras, recuperamos energía y confianza. No hay prisa, no hay reglas, fluye según cada bebé, alimentándolo, meciéndolo, cambiándole el pañal. Hay días en los que se puede hacer más y días en los que se puede hacer menos sin más expectativa que la de estar presente y conectarnos con nosotras mismas y con nuestros bebés, desconectando de todo lo demás.
Esta práctica crea una comunidad de personas que comparten sus inquietudes, cantos a la madre tierra, técnicas para tener más calidad de vida. Buscamos la recuperación física, psíquica y emocional de las madres y los bebés tras el parto, la adaptación de los padres y demás cuidadores, el manejo familiar respetuoso y una ruptura radical para volver a la vida con aire fresco, con más luz, habiendo llorado el estrés, soltado el cansancio, sintiendo el cuerpo más vital y sabiendo parte de una familia que apoya y que no juzga ninguna manera de criar.
¿Pero el bebé hace yoga?
Porque respetamos tanto su cuerpo que él decide qué movimientos quiere hacer y cuando no quiere nada, está tumbado cerca, abajo, arriba, detrás, delante, dormido, despierto, riendo, llorando… A veces gatea espacio. Recibe yoga pasivo si quiere ya través de ese contacto descubre su cuerpo y el amor de otros cuerpos. Tonifica tus músculos con masajes y mimos. Y disfruta de los juegos, las risas, las coreografías yóguicas. Oye voces entonando melodías y se siente tranquilo.
He creado un método sensato y práctico para que, seas instructor de yoga o no, puedas empezar a caminar al día siguiente para practicar u ofrecer yoga con bebés con una rutina divertida, progresiva y respetuosa tanto para los adultos como para los más pequeños. Puede comenzar desde el mismo día en que nace un bebé, puede comenzar dando a luz con yoga y puede comenzar antes de nacer durante el embarazo. Se puede nacer yogui, solo es cuestión de saber y respetar lo que cada uno quiere y puede hacer, dependiendo de cada nacimiento y de cada cuerpo. Nace respirando y cantando. Nacer con movimientos sensibles. Nacer yogui.